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Última jornada COP25: fracaso en la regulación de los mercados de carbono y Galicia pretende salir primera en la carrera por la neutralidad climática

Finalizado ya el tiempo de descuento la COP25 ha entrado en una prórroga (más 2 días). El desacuerdo entre ciertos bloques de países en aspectos importantes como el artículo 6 del Acuerdo de París, han impedido finalizar la Cumbre por el Clima con un mínimo de garantías para el futuro del planeta.

Las posiciones de los casi 200 países que participan en la COP25 siguieron alejadas en la jornada del viernes, día en que debería acabar esta cita. Los desacuerdos profundos, los mismos que se daban desde la llegada de los ministros de medio ambiente de cada país este martes, sobre la obligación de endurecer los recortes de emisiones y los futuros mercados de carbono, marcaron el desarrollo de toda la jornada.

Mientras que los gobernantes no encontraban un punto de acuerdo, las organizaciones y activistas tachaban de fracaso a la COP25. El movimiento juvenil Fridays For Future, presente por vez primera en la Cumbre Mundial por el Clima, aseguraba el viernes que “no ha servido de nada y no solo eso, sino que estamos viviendo retrocesos y no avances”.

La Cumbre finalizaba hoy domingo y los negociadores solo han podido acordar un débil llamamiento a los países a realizar esfuerzos más ambiciosos contra el cambio climático. Una vez más el desarrollo del artículo 6 del Acuerdo de París tendrá que aplazarse e intentarán acordarse en la próxima cumbre que se celebrará en Glasgow en noviembre de 2020. Prácticamente todos los delegados que han tomado la palabra en el plenario final de la cumbre han reconocido la “decepción” por ser incapaces de cerrar este punto de la negociación. Aunque fuera previsible el pobre resultado de la COP25, agranda la desconexión que existe ahora entre los Gobiernos del mundo y la ciencia respecto a la crisis climática y a la urgencia de actuar.

Atascos en las negociaciones desde el inicio de la Cumbre

La Cumbre por el Clima estuvo atascada en las negociaciones sobre cómo se debe poner en marcha el Acuerdo de París, firmado en 2015 y debería ponerse en marcha para la década que comienza en un par de semanas.

Dos son los puntos conflictivos y los que generaron el estancamiento de las discusiones entre los representantes de los 196 países reunidos en esta cita bajo el cobijo de la ONU. Por un lado, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero: un bloque de países quieren endurecer los recortes de los que hay previsto aplicar ahora, y por otro lado, los mercados de carbono: cómo se debe articular los futuros mercados de intercambio de derechos de emisiones de CO2.

Desde el pasado martes, día en que llegaron a Madrid ministros y representantes de alto nivel para participar en las negociaciones, y hasta el final del hoy, esta cita ha contado con pocos avances, lo que ha motivado que desde varios sectores se apelara a la ambición para que la Cumbre de Madrid no terminara en fracaso, hecho que finalmente ocurrió.

A pesar que desde la presidencia de la COP25 intentaban buscar vías para acercar posturas en las negociaciones, éstas no dieron resultado y se ha solicitado una prórroga para alargar la cumbre casi dos días más y dar por finalizada esta cita con un acuerdo bajo el brazo, pero los esfuerzos fueron en vano y sólo se consiguió que los pasíes se comprometiesen a revisarlos.

Sin embargo, tras una noche de negociaciones, el sábado por la mañana la presidencia de la COP25 ha presentado unos nuevos borradores, que seguían sin generar consenso y el resultado final en la jornada del domingo no se apreciaron avances.

A un lado están la Unión Europea y varios países, entre ellos latinoamericanos, como Colombia, que apuestan por una mayor ambición contra el cambio climático e instar a todos los Estados a revisar al alza sus planes de lucha contra el calentamiento en 2020. Al otro, con China, la India y algunos países africanos y otros petroleros, reprochan a los países desarrollados que no aporten lo suficiente a los países en desarrollo para adaptarse a los impactos del cambio climático.

Los puntos de la discordia

El Acuerdo de París, que sustituirá a Kioto, obliga a sus firmantes a intentar que el calentamiento se quede dentro de unos límites de no retorno. Tomando como base los informes científicos, establece el objetivo de que el incremento medio de la temperatura no supere los dos grados respecto al nivel preindustrial y, preferiblemente, 1,5. Para lograrlo, todos los firmantes del Acuerdo de París deben presentar planes de recorte de emisiones. Pero los objetivos que hay ahora llevarán a un incremento de la temperatura de al menos 3,2 grados. Por eso el propio Acuerdo de París obliga a que se revisen al alza esos planes nacionales de recorte de emisiones.

La ONU y un grupo de Estados, entre los que figuran los países insulares y la Unión Europea, abogan por que ya en 2020 se presenten las revisiones de los objetivos. Y 84 países, entre los que están Alemania, Francia, el Reino Unido y España, se han comprometido ya a hacerlo. En el contrapunto: ni EE UU, ni China, ni la India ni Rusia se suman a esa iniciativa. Además, algunos de estos grandes emisores (acumulan casi el 55% de todos los gases de efecto invernadero que expulsa la economía mundial) no quieren que los países aumenten sus planes de recorte en 2020 en el texto final de la cumbre. A esos grandes emisores se les unen otros países en desarrollo, como los africanos, que exigen que se revise si los Estados ricos han cumplido con sus promesas de ayudar a los países en desarrollo a adaptarse a un cambio climático.

El otro gran punto es el artículo 6, el que hace referencia a los mercados de intercambio de derechos de emisiones de CO2. En este caso, existen dos aspectos al que no llegan a acuerdo. Por un lado están los que abogan por seguir lo dispuesto en el Protocolo de Kioto, como Brasil, Australia o la India, esto es, un país (o una empresa) que tiene que compensar el CO2 que emite acude a los mercados existentes y adquiere esas unidades. El otro punto de bloqueo en este artículo es el de cómo evitar la doble contabilidad: que una misma unidad no se pueda contabilizar en el país que la genera y en el que la compra.

Las decisiones se deben tomar ahora

Aunque la COP25 había solicitado una prórroga para dar por finalizada las negociaciones, las organizaciones y movimientos medio ambientales quisieron ya en la jornada del viernes trasladar sus impresiones sobres estas dos semanas de cumbre.

Fridays For Future, en una rueda de prensa previa a la celebración el viernes de una nueva manifestación por el futuro del planeta, aseguraban que “no ha servido de nada y no solo eso, sino que estamos viviendo retrocesos y no avances”. El movimiento juvenil, presente por vez primera en la Cumbre Mundial por el Clima, añadía que la situación a lo largo de esta cita climática, iba día tras día “a peor” y mostraban su descontento ante la poca ambición de los líderes mundiales en la lucha climática. Fridays For Future, que ya trabajan de cara a la siguiente cumbre, la COP26 en Glasgow, añadía, durante la asentada que llevaron a cabo en la Zona Azul e la COP, que seguirán con “la lucha porque no hay justicia social sin justicia climática” y recordaban que “ya somos siete millones” en todo el mundo y por ello deberían ser escuchados.

También Greenpeace, quiso el viernes pronunciarse sobre lo ocurrido a los largo de estas dos semanas que se ha celebrado la cumbre. A lo que atañe a las negociaciones entre los líderes mundiales sobre el futuro climático que han marcado la COP25, han calificado como “inaceptable” que éstas continuases estancadas y exigían soluciones inminentes, pues consideran que “cuesta más dinero no actuar, que tomar decisiones ahora”.

Galicia, ¿a por la carrera de la neutralidad climática?

Aprovechando la supuesta jornada de clausura del viernes de la COP25, la conselleira de Medio Ambiente, Territorio e Vivenda, Ángeles Vázquez, presentó la Estrategia Gallega de Cambio Climático y Energía 2050. La responsable indicaba que con ello pretenden colocar a Galicia a la cabeza en la carrera de la neutralidad climática, y convertirse así en las primeras regiones de la Unión Europea y de España en ser, dice, “un referente de sostenibilidad”.

Se trata de un plan que a través de 170 medidas que se aplicarán a lo largo de los próximos cinco años, pretenden llevar a Galicia hacia la neutralidad climática y para lo que contará, en un principio, con más de 1.250 millones de euros de presupuesto.

La Estrategia de cambio climático de Galicia, prevé un compromiso de reducción de las emisiones en algo menos del 25%. Una cifra un tanto irrisoria si tenemos en cuenta que ya se alcanzaría sólo con el abandono de la actividad de quema de carbón de la planta de As Pontes (en principio el cierre no se prolongaría más del 2030) y Meirama (prevista para 2020).

Con este plan la Consellería afirma que “compensará las emisiones que no pueden ser eliminadas, con absorciones del propio entorno natural – reduciendo, por un lado, las emisiones de gases de efecto invernadero”, apostando sigue, “por las energías renovables, y por otro potenciando a capacidad natural de absorción de carbono de Galicia a través de una adecuada gestión de masas forestales y de los ecosistemas”. Entendemos entonces, que partir de ahora la Xunta empezará a velar por el cumplimiento de la ley forestal gallega impidiendo y frenando la proliferación de masas forestales de monocultivo de eucalipto y favoreciendo la conservación de la biodiversidad empezando por fomentar la plantación de especies autóctonas.

Finalizaba Vázquez que de este modo Galicia cierra “el círculo” marcado desde la Unión Europea al contar, además de la Estrategia Gallega de Cambio Climático y Energía, con dos nuevas herramientas: la Estrategia Gallega de Economía Circular 2020-2030 (que profundizaremos en otra nueva entrada de este blog en breve) y el ante proyecto de la Ley de Residuos.

Los otros datos de la Cumbre Mundial por el Clima, la Zona Verde

En paralelo con lo que sucedía en la Zona Azul de la COP25, en la Zona Verde, se han movilizado más de 30.000 personas durante los 12 días para reclamar mayor acción y ambición a los líderes mundiales para hacer frente y buscar soluciones a la emergencia climática.

En los 3.000 metros cuadrados de espacio se dieron cita voluntarios, empresas, ONGs, ayuntamientos, Comunidades Autónomas o instituciones públicas para deja claro que “hay que actuar ya y nadie puede quedar atrás”.

En total, más de 600 actividades (con la participación de más de 1.500 ponentes) en las que se trataron temas de diversa índole: medios de transporte menos contaminantes, promover un sector empresarial comprometido con la sostenibilidad, una agricultura respetuosa con el medio ambiente, la conservación de la biodiversidad o una ciencia que dote de herramientas innovadoras para medir el impacto del cambio climático.

Sin embargo, podemos destacar que los verdaderos protagonistas de la Zona Verde fueron los más jóvenes han compartido sus ideas, lanzado sus mensajes y alzado su voz pidiendo la conservación del planeta para las generaciones futuras.

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