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Sistemas de certificación

Un nuevo informe cuestiona las garantías de sostenibilidad de los sistemas de certificación

La Fundación Changing Markets alerta de que las certificaciones voluntarias pueden llegar a encubrir empresas que generan daños al medio ambiente

03-05-2018

Muchos sistemas de certificación que supuestamente ayudan a los consumidores a tomar decisiones respetuosas con el medio ambiente, en realidad representan un obstáculo que se interpone en el camino hacia una mayor sostenibilidad, y deberían someterse a una profunda reforma, según un nuevo informe.

Estas conclusiones se desprenden de una nueva investigación de la Fundación Changing Markets, que analizó si los sistemas de certificación voluntaria para los productos del mar, los textiles y el aceite de palma están orientando correctamente a los consumidores hacia productos sostenibles. En la gran mayoría de los casos, tal y como ha desvelado el informe, no existen pruebas suficientes de los beneficios de dichos sistemas, mientras que en numerosas ocasiones están encubriendo a empresas que destruyen el medio ambiente.

“Los sistemas de certificación están fallándole al medio ambiente y también a los consumidores, puesto que cada vez son más los que prefieren elegir opciones éticas y sostenibles. Ya es hora de replantearse seriamente cómo alcanzar la sostenibilidad, porque el mecanismo actual no funciona”, declaró Nusa Urbancic, Directora de Campañas de Changing Markets. El 96% de los españoles considera que las empresas son tan responsables como los gobiernos al abordar cuestiones como el desempleo, la desigualdad o la sostenibilidad ambiental. Así, el 63% de los consumidores españoles penalizan a aquellas marcas que creen que no actúan de manera responsable. Sus respuestas van desde no comprar sus productos (50%), no comprar sus productos y expresar opiniones negativas en las redes sociales (10%) e iniciar protestas o lanzar peticiones (3%).

El informe investigó una serie de iniciativas voluntarias que proporcionan un aval de sostenibilidad a una empresa, producto o servicio, desde etiquetas de producto (tales como la etiqueta del Marine Stewardship Council para el pescado sostenible) hasta iniciativas transversales destinadas a mejorar el desempeño ambiental de un sector en su conjunto (como el Índice Higg en los textiles). El informe llega a la conclusión de que los sistemas están tan centrados en conseguir la participación de la mayoría de los actores del sector, o en responder a la creciente demanda de productos certificados, que tienen que bajar el listón en términos de sostenibilidad.

“La principal conclusión de este informe es que la certificación ha perdido el rumbo y que su contribución a la creación de un mundo más sostenible es minúscula”, afirma el informe, que pide la abolición de los peores sistemas de certificación en los tres sectores y una reforma profunda de otros, basada en los principios de la transparencia, el enfoque integral y la mejora continua. El informe advierte así mismo que los sistemas de certificación voluntaria no deberían reemplazar a una sólida normativa nacional e internacional.

Pesca

La pesca industrial ha arrasado el océano: casi el 90% de las poblaciones de peces a escala mundial están plenamente pescadas o sobrepescadas. Dos de los sistemas más importantes de certificación de pescado sostenible, gestionados por Friends of the Sea y el Marine Stewardship Council (MSC), respectivamente, certificaron alrededor de 9 millones de toneladas métricas cada uno en 2015. Pero el informe revela que ambas organizaciones han certificado pesquerías que se encuentran sobrepescadas, tienen niveles muy elevados de capturas fortuitas y, en algunos casos, se apartan de la legislación nacional.

España es el mayor consumidor de pescado y productos del mar entre los 28 miembros de la UE, gastando un total de 10.500 millones de euros en 2016. Sin embargo, 8 de cada 10 españoles no saben que la mayoría de las especies están sobreexplotadas. Las certificaciones tienen también un peso importante en España. 526 pescados y mariscos vendidos a nivel nacional llevan el logotipo de MSC. Los productos se venden principalmente a través de supermercados como Lidl (el 35% de todos los productos certificados por MSC), Eroski, El Corte Inglés y Alcampo; la principal cadena de supermercados Mercadona tiene la certificación ISSF (International Seafood Sustainability Foundation) para algunos de sus productos de marca propia.

A falta de buenos sistemas de certificación, los gobiernos, las empresas y los consumidores pueden tomar medidas para fomentar la sostenibilidad, tales como: priorizar las pesquerías sostenibles de pequeña escala o establecer e implementar reservas marinas y cuotas pesqueras basadas en la ciencia.

Aceite de palma

Se estima que actualmente el aceite de palma está presente en la mitad de los productos que se encuentran en los supermercados y en un tercio del biodiésel que sirve de carburante a coches y camiones en la UE, pero su producción es uno de los principales causantes de la deforestación, de las emisiones de gases de efecto invernadero y de la pérdida de hábitats para especies amenazadas como los orangutanes, los elefantes y los rinocerontes. El informe afirma que ninguno de los sistemas de certificación ha resultado efectivo a la hora de ralentizar la deforestación, el drenaje de turberas o la pérdida de biodiversidad.

Textiles

El sector textil utiliza una cuarta parte de los productos químicos que se emplean en todo el mundo y se le achaca el 20% de la contaminación industrial del agua, lo que lo convierte en el segundo mayor contaminador de agua dulce del planeta. El informe concluye que, pese a la proliferación de iniciativas de certificación, no hay ningún sistema general que contemple de forma efectiva la sostenibilidad a lo largo de toda la cadena de suministro, y que existe una acuciante falta de transparencia en algunos de los sistemas de uso más difundido.

Las principales recomendaciones del informe son las siguientes:

• Los peores sistemas de los tres sectores examinados deberían abolirse porque inducen a confusión y al “shopping de etiquetas”, lo que va en detrimento del propósito general de la certificación.

• Los sistemas de certificación deberían ser ambiciosos y no desarrollar diferentes módulos con distintos requisitos para satisfacer las prioridades de las distintas empresas.

• La mayoría de los sistemas deberían adquirir un mayor alcance, con vistas a abarcar todo el ciclo de vida del producto.

• Los sistemas deben ser selectivos con respecto a sus miembros, imponiendo elevados requisitos de entrada.

• La reforma tendría que basarse en la transparencia, la independencia, un enfoque integral con una alta trazabilidad, y un afán de mejora continua.

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