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COP25: el pulso entre las organizaciones y el sector político-institucional por la lucha climática internacional

La Cumbre del Clima, COP25, está en marcha desde este lunes en Madrid (con un presupuesto total de inversión por parte de la ONU, España y Chile de 60 millones para su organización), con la presencia de 50 jefes de Estado y representantes de los organismos internacionales más relevantes, y con un deber ineludible: sentar las bases para una nueva fase de acción climática.

La COP es la asociación de todos los países miembros (o Partes), casi 200 de todo el mundo, que se reúnen todos los años durante dos semanas para abordar el problema global del cambio climático. Se trata del órgano supremo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC). En ella, los jefes de Estado y de Gobierno, toman decisiones para intentar mitigar los efectos de la crisis climática derivados de la acción humana. En su vigésimo quinta edición, tiene por delante dos retos concretos: uno político (servir como clara muestra por parte de los países para ampliar la ambición contra el calentamiento) y otro técnico (terminar de desarrollar el Acuerdo de París y fijar los criterios para poner en marcha mercados de emisiones).

Durante estos días publicaremos en nuestro blog lo más relevante que hayan dejado las jornadas de la COP25 sobre los posibles avances o acuerdos alcanzados en materia de lucha climática.

El escenario

Madrid se convierte estos días, aunque sea de rebote, en el centro de la lucha climática internacional. Se llega a la cita tras renunciar, primero Brasil (Bolsonaro evitaba así sonrojarse por los incendios de la selva amazónica) y después Chile (por el estallido social y las masivas movilizaciones que sumió al país en la mayor crisis política y social), lo que puso en bandeja a España el organizar la cita. Con pocas semanas para la organización, España llegó a tiempo para celebrar la COP25, pero aún nos queda esperar cuáles serán los resultados y, como pretenden los organizadores, que “todo salga bien”, sin que esto signifique que se consiga algo, sino que no ocurra nada.

El cambio de escenario de la COP25 fue aplaudido por muchos como una oportunidad para España y sólo en contra se ha posicionado el movimiento Fridays For Future, considerando que se ha retirado al Continente Americano la posibilidad de poner en evidencia, ante el resto del mundo, sus debilidades ambientales, quedando fuera una vez más, de este proceso.

La Cumbre del Clima regresa de esta forma de nuevo a Europa, por tercer año consecutivo, y parece mostrar así que el continente europeo es el único que se preocupa por el futuro climático y ambiental del mundo.

Debemos recordar en este punto que Madrid, no encarna uno de los mejores ejemplos de acción urbana para la Transición Ecológica de Europa, de la que sólo podemos resaltar un Madrid Central a punto de desaparecer. Destaca sin embargo por ser una de las comunidades que peor gestiona sus residuos de construcción, permitiendo la existencia de un gigantesco vertedero (investigado judicialmente) y que hace competencia “legal” a las plantas de reciclaje; por sus bajas tasas de reciclaje de residuos urbanos como consecuencia de la priorización del vertedero como sistema de gestión; una altísima tasa de emisiones de CO2 por particulares y comercial, y con una capital rodeada de cinturones industriales.

Las claves del encuentro

La cumbre se desarrolla en mitad de una falta de liderazgo internacional en la lucha climática, como se pudo comprobar en la cumbre sobre el calentamiento global convocada por la ONU el pasado mes de septiembre en Nueva York, y en las sucesivas COP celebradas.

Después de 25 ediciones de cumbres climáticas, el nivel de emisiones no ha bajado, al contrario, el calentamiento global experimenta entre los años 90 y 2019 situaciones de emergencia climática. En esta cumbre los países deberían tomar decisiones trascendentes que nos sitúen por debajo de los 2 grados de calentamiento global respecto al período pre-industrial tal y como se comprometieron en el Acuerdo Climático de París del 2015 (aunque todos reconocen que sólo situarse por debajo del 1,5º serviría para poner freno a desapariciones de especies, enfermedades ambientales, etc). Pero todo apunta que superaremos los 3 grados, ya que los objetivos por países no se están cumpliendo y el “piensa global, actúa local” sigue siendo una buena intención. Precisamente el secretario general de la ONU, Antònio Guterres, recordó en la primera jornada de la COP25, el papel importante que tiene la ciencia al respecto. Añadía que existen ya las herramientas tecnológicas para poder transformar la economía mundial y que el planeta se “desenganche” de los combustibles fósiles, los principales responsables de los gases de efecto invernadero que sobrecalientan el planeta.

Estados Unidos, que representa el 15% de las emisiones, parece haber iniciado ya el proceso para sacar a EE UU del Acuerdo de París. Destacan en esta COP25 las ausencias de los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de Brasil, Jai Bolsonaro, ambos reconocidos negacionistas del cambio climático. Tampoco China da señales de que vaya a aumentar sus planes de recorte de gases de efecto invernadero, ni dará señales en la COP25, puesto que al igual que la India, dos de los países con las ciudades con mayor contaminación del mundo, no enviaron representantes a la cumbre. Rusia, por su parte, no ha presentado ante la ONU su programa para reducirlos, los todavía Veintiocho no han logrado aún consensuar la meta de cero emisiones para 2050.

Es el turno de los compromisos firmes de los países, en sus respectivos NDC (Nationally Determined Contributions), de asumir 2050 como límite para alcanzar la neutralidad en sus emisiones. En este capítulo sí podría producirse algún avance, si el número de países firmantes es significativo… 2020 es, precisamente, el año en que los gobiernos tienen ya (Acuerdo de París) la obligación legal de empezar a informar de sus emisiones y avances, o no, en la materia.

Pero este encuentro tiene otro reto pendiente, el que de verdad cierre el círculo y puede ayudar a resolver la cuestión significativamente, la vertiente empresarial. Y es que sigue, en la práctica, fuera de agenda el uso de los mercados financieros para la lucha contra el cambio climático (Artículo 6 del Acuerdo de París). El comercio de derechos de emisión, se ha demostrado ya como una solución eficaz, siempre que se incrementen los precios; es el único camino viable en el corto y medio plazo para el cambio de combustibles (sustitución de FÓSILES) y una “espectacular” caída de emisiones de efecto invernadero. En este sentido, este lunes el Banco Central Europeo (BCE), anunciaba que permitirá a los bancos ahorrarse hasta un 25% en consumo de capital si apoyan la economía baja en carbono, a partir del segundo trimestre de 2021. El supervisor decide incluir así en el reglamento sobre requisitos de capital (CRR) bonificaciones a las entidades que concedan financiación a operaciones orientadas hacia la transición a una economía menos intensiva en carbono.

Para que estas estas líneas de acción se puedan llevar a cabo, se estima que serían necesario unos 10.000 millones de euros para crear un fondo de apoyo a países en vías de desarrollo para favorecer sus procesos de reconversión sin que pierdan ese estatus y experimenten retrocesos sociales y económicos quizás irreversibles.

La lucha climática en tres zonas

Desarrollábamos más arriba los deberes y obligaciones a los que deben atender la “Zona Azul” de la COP25, de la zona política-institucional. Sin embargo, la Cumbre del Clima se completa con una «Zona Verde» en la que empresas y otras instituciones de España se dan cita, y también con la quizás tan o más importante Cumbre Social del Clima también juegan un papel importante en la lucha climática.

Actividad intensa la que se espera en esta cumbre paralela, Cumbre Social del Clima, que no puede permitir que con ello se blanquee y justifique un posible fracaso de la Cumbre del Clima, COP25 (político – institucional). Es más, seguramente serán más los éxitos, y trascendencia para las nuevas generaciones, la cumbre paralela con 400 organizaciones participantes, que se celebra en calles, campus o centros culturales de la capital, que la del Recinto Ferial.

Asociaciones ecologistas y activistas de todo el mundo se darán cita estos días en la ciudad madrileña para reivindicar un mayor compromiso en la emergencia climática de los gobiernos y las empresas. Junto a las reuniones de los líderes de Estado, en la Cumbre del Clima en el Ifema, también se celebran otros debates y charlas por la ciudad de Madrid, a partir de este sábado 7.

Sector de la población, los jóvenes, que más allá de líderes políticos han adquirido un gran protagonismo en la lucha contra el cambio climático en los últimos meses con sus movilizaciones de los Fridays for Future (Juventud por el Clima), y que precisamente una de las intervenciones más esperadas es la de Greta Thunberg, impulsora de este movimiento, que lleva meses reivindicando más acción climática.

Reivindicaciones que se pueden trasladar a otras oenegés o asociaciones sociales y ambientales como Save The Children que advierten que la crisis climática en África ha dejado al menos a 35 millones de personas en una situación de «crisis por inseguridad alimentaria», de las cuales 17 millones son niños. O la ONG Amigos de la Tierra, que culpan a los gobiernos de la crisis climática y nos recordaron en a primera jornada de la COP25 que «la crisis climática es colectiva y nunca antes había estado tan claro que es necesaria la cooperación”, no se puede resolver con individualidades sino que es necesario el compromiso de todos los agentes sociales y económicos.

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