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Lodos en la agricultura

Los abonos a base de lodos, demasiadas irregularidades y descontrol

La falta de supervisión de los gestores y transportistas de residuos y los vacíos legales generan una situación con pocas garantías en la gestión de lodos y su empleo en la agricultura

11-01-2019

Aunque la valorización de los lodos y su transformación en abono para los campos debiese ser una oportunidad para transformar un residuo en recurso, el principio de la Economía Circular, la falta de control y las irregularidades palpables en un buen número de las empresas que gestionan este tipo de residuos está poniendo en peligro la salud del campo gallego y también de sus habitantes.

Ejemplo de ello ha sido la intoxicación de varias personas por ácido sulfhídrico en octubre en una granja de Vilaba, donde además murieron dos animales. Este es uno de los casos que ha saltado a la luz en los últimos meses y que evidencia la gestión fraudulenta realizada por algunos mal llamados ‘gestores’. Así, el camino del aprovechamiento de estos residuos marcado desde Europa y que es una realidad en Australia o Estados Unidos, ya que además permite el aprovechamiento del biogás que se produce en su tratamiento, en Galicia lejos de ser una opción por la que apostar está suscitando cuantiosos recelos.

Campos llenos de residuos

El caso de Vilalba es un ejemplo de las malas prácticas en el tratamiento de los lodos, pero no es un caso aislado. Aunque es uno de los más graves, ya que la acumulación de estos fertilizantes sin llegar a estar estabilizados como debiesen provocó que los niveles de oxígeno se desplomaran y se registrase una alta concentración de ácido sulfhídrico, un gas incoloro, inflamable y peligroso.

Otros casos de tratamientos inadecuados de lodos son también evidentes pese a que no generen intoxicaciones directas. Así, las consecuencias del empleo de estos lodos, se observan en fincas a simple vista donde se acumulan restos variopintos de residuos, desde cristales, bolígrafos, restos de botellas, plásticos… Una situación denunciada tanto por vecinos de As Pontes como de Cospeito o Lalín. Vecinos y ganaderos de estas zonas alertan de que estas prácticas se llevan a cabo por el bajo precio de estos “supuestos fertilizantes” que en algunos casos adquieren como compost aunque ese compuesto de materiales residuales diste mucho de lo que debiese ser el compost, un material que debidamente tratado contiene únicamente restos orgánicos y ningún otro tipo de resto de residuos.

Son ejemplos de un tratamiento sin el control preciso. Estos casos alertan no solo de las carencias en el procedimiento sino también en el origen de estos lodos. Ya que el Decreto 125/2012 que regula el uso de lodos como fertilizantes especifica que solo pueden emplearse lodos procedentes de depuradoras de aguas residuales urbanas, fosas sépticas domésticas o depuradoras agroindustriales, nunca lodos procedentes de depuradoras industriales.

Sin concretar, sin autorización

Una de las dificultades en la aplicación con garantías de estos lodos como fertilizantes reside, por una parte, en la falta de concreción del propio decreto que los regula y que permite que se lleven a cabo irregularidades que no contribuyen a prácticas seguras. Así, en la norma no se concretan las medidas de seguridad que deben aplicarse en el traslado de los lodos. Tampoco se contemplan restricciones en su acopio en las proximidades de núcleos urbanos o en zonas próximas a manantiales o cauces fluviales. Además, tampoco se recogen las sanciones que podría acarrear una mala práctica.

A estas carencias en la norma, se suma que en Galicia se contabilizan un total de 35 gestores y transportistas que se dedican al almacenamiento y tratamiento de residuos, pero de ellos, la Consellería de Medio Ambiente solo autoriza a siete de ellos a valorizar lodos de depuradora para uso agrario.

Mala praxis con consecuencias para todos

La proliferación de las plantas de tratamientos no autorizadas para la elaboración de fertilizantes para uso agrario y la falta de restricciones y sanciones posibilita las malas prácticas sin control. Mientras, las empresas con autorizaciones denuncian la desconfianza que este tipo de prácticas genera en el sector, la irresponsabilidad de depositar en el campo residuos sin un tratamiento adecuado termina por acarrear un riesgo para la salud pública, ya que estos residuos, pueden terminar en la cadena trófica. Abonar los campos con fertilizantes sin estabilizar y que no han sido sometidos a un control de metales pesados, restos de medicamentos o microorganismos patógenos puede conllevar a que terminen contaminando los terrenos, los pastos y los alimentos que en ellos se cultivan, como alertan ya algunos expertos en la materia.

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