¿Hacia dónde transita el sector del agua embotellada?
La industria del agua embotellada genera en España 1,5 millones de toneladas de plástico al año. Ese plástico supone entre 16 y 27 millones de barriles de petróleo, lo que equivale al consumo de combustible de una media de un millón y medio de coches en un año. Abandonada por el sector las políticas de reducción y reutilización (y convertida en anécdota la vuelta al cristal reutilizable), todo queda fiado al reciclaje. Fabricar una botella de agua de 1 litro consume 7 litros de agua (lo que significa 7 veces el agua que contendrá) y el empleo de 162 gramos de derivados de petróleo.
A pesar de los ficticios datos de Ecoembes, fuentes como Eurostat, Greenpeace y el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) confirman que se recuperan y entran en las plantas de reciclaje solo 4 millones de botellas de agua. El resto (unos 6 millones), acabarían incineradas, en un basurero o, peor aún, en los océanos y espacios naturales. Ante la situación generada por los residuos de un exceso de consumo de agua embotellada, adquiere más valor todavía el consumo responsable. En el caso de la envasada, conviene que sea de agua producida en proximidad y de aquellas marcas en las que sus embotelladoras garanticen el uso, exclusivamente, de plástico reciclado. Cabe destacar que los formatos menores de 1 litro son los menos sostenibles, pues además de consumir el mismo tapón de un plástico de alta calidad, son los que terminan habitualmente vertidos en el medio natural.
El caso gallego
El caso gallego es uno de los más evidentes de las malas prácticas en cuanto a este tema, aunque no son los que más consumen sí son los que menos usan plástico reciclado: los lineales de esta comunidad autónoma ofrecen aguas procedentes de diversos puntos del continente, algunas de ellas tan conocidas como Lanjarón, Bezoya, la francesa Evian o la también española Font Vella. Su principal argumento comercial, además de la calidad y la reputación de marca, es la utilización del plástico 100×100 reciclado en sus botellas “menores”. Por el contrario, los fabricantes gallegos oscilan entre un exiguo 25% de Cabreiroá al cero o sólo ocasional de Aguas de Mondariz, Fuente Del Val S.A o Fontecelta, esta última con el agravante de una acción de greenwashing espectacular (no son los únicos en España), poniendo en valor la supuesta reciclabilidad del envase (algo que ya es evidente por ley), pero que juega con la buena voluntad del consumidor e incluso induce al engaño de una sostenibilidad inexistente.
A las puertas de la crisis #Covid, en 2018, se consumía una media de algo más de 361 millones de litros de agua envasada en Galicia. Teniendo en cuenta el precio más barato del litro de agua en botella que se puede encontrar en los supermercados (unos 0,15 céntimos), los consumidores gallegos se dejaron al menos 54 millones de euros en sus compras de aguas minerales, supuestamente mejores que las del grifo de sus hogares.
Agua del grifo versus agua embotellada
Según los expertos, beber agua embotellada agrava el calentamiento global del planeta. Según Julio Barea, geólogo y responsable de la campaña de agua de Greenpeace: “Beber agua embotellada en España es un sinsentido, una moda basada en potentes campañas publicitarias”. Además, tomando como referencia un informe del Ministerio de Sanidad, Barea destaca que, en España, el 99,5% del agua que sale por el grifo es potable y de calidad. Sin embargo, en España se bebe cada vez más agua embotellada y su consumo ha aumentado en los últimos años. En 2018 fueron 6.312 millones de litros, lo que equivale a unos 10 millones de botellas diarias.
Para Cristina Alonso, responsable de recursos naturales y residuos de Amigos da Terra, tampoco hay ninguna duda: la opción más sostenible es el agua del grifo. Defiende que el mejor residuo es el que no se genera, por lo que el Gobierno debe implementar campañas para promocionar el agua del grifo y prohibir envases de plástico o aplicar el sistema de retorno. Una manera muy sencilla de dejar de contribuir a la creciente montaña de plásticos es encontrar una botella reutilizable (de acero inoxidable, de bambú, de vidrio…) y rellenarla con agua del grifo.
Las botellas de agua y la nueva ley
La Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular presenta diversas novedades que afectaran al consumo de agua embotellada. En el ámbito de los plásticos se han introducido limitaciones con diversas medidas como objetivos de reducción, requisitos de diseño o de mercado e incluso la restricción de la introducción en el mercado de algunos de ellos. La nueva norma supone limitaciones a los plásticos de un solo uso, que constituyen un gran problema ambiental al no reciclarse. De esta manera, se establecen medidas para la reducción del consumo de estos productos. Entre los productos de plástico de un solo uso sujetos a reducción están los vasos para bebidas, incluidos sus tapas y tapones. Además, se crea un impuesto especial sobre los envases de plástico no reutilizable: la base imponible será por la cantidad de plástico no reciclado presente en envase, que se gravará con 0,45 euros por kilo.
Por otra parte, para reducir el consumo de envases, en los establecimientos del sector de la hostelería y restauración se tendrá que ofrecer a los clientes la posibilidad de consumo de agua no envasada de manera gratuita. Además, las administraciones públicas deberán adoptar medidas para reducir el consumo de agua embotellada en sus dependencias y en otros espacios públicos, fomentando el consumo de agua potable.