Utilizamos cookies para mejorar la experiencia del usuario y analizar el tráfico del sitio web.

Preferencias

Cuando visita cualquier sitio web, puede almacenar o recuperar información a través de su navegador, generalmente en forma de cookies. Dado que respetamos su derecho a la privacidad, puede optar por no permitir la recopilación de datos de ciertos tipos de servicios. Sin embargo, no permitir estos servicios puede afectar su experiencia.


Comprar menos y usar más: dos factores clave en el sector textil para conseguir una economía circular

Cada año se fabrican en el mundo 100.000 millones de prendas de textil y la utilización que hacemos de ellas es cada vez menor: compramos más, pero usamos menos. En el caso de España, se desechan de media al año de 10 a 14 kilos de ropa por persona, pero se estima que solo se recoge en los contenedores adecuados alrededor del 12%, mientras que el resto va directamente a la basura. Además de la acumulación de prendas en el armario, la principal consecuencia de estas prácticas es que se almacenan residuos que generan problemas de gestión, consumo de recursos, energía y agua que se ha producido durante el proceso de fabricación de las prendas. Según las estadísticas, el 30% de nuestra ropa lleva más de un año sin salir del armario y las piezas que utilizamos habitualmente son un 20% de todo lo que tenemos. Por ello, comprar menos (pero de mejor calidad) sería una de las principales soluciones ante este problema.

 

Un reciente estudio a nivel de la Unión Europea indica que un 57% de los residuos de ropa van a parar a un basurero. El 25% se acaba incinerando, un 10% se recicla y solo un 8% se reutiliza. De este modo, un 25% se queda en Europa y un 75% va a otros países, especialmente de África. Tanto es así que se ha creado un negocio de venta de textiles a bajo precio que ha ido pisando negocios locales, haciendo que muchos hayan desaparecido. Este tipo de importaciones inhiben la industria textil local, por lo que muchos países africanos están denegando la importación de esta ropa. Además, existe una mala gestión dentro de estos contenedores, ya que se pueden encontrar residuos no necesariamente textiles.

 

Lo que se recoge en estos contenedores se clasifica en tres categorías: el reutilizable, el reciclable y el desechable. El reutilizable, que representaría alrededor de un 50%, es ropa que se encuentra en buen estado y se puede reutilizar para el mismo uso. Un 40% sería reciclable, es decir, que no se puede volver a usar como prenda de vestir porque está en mal estado, pero se puede triturar. De este modo, es posible hacer otro tipo de prendas, pero de peor calidad. Por último, existe un porcentaje en torno al 10% que serían productos no son textiles (como zapatos, cinturones o bolsos) en estos contenedores. Por lo tanto, se puede decir que la reutilización es la mejor solución. En otras palabras: darles una larga vida a las prendas.

 

Se calcula que una tercera parte de la producción de ropa se termina vendiendo en las tiendas en la temporada habitual; otra tercera parte se vende en rebajas; y el último tercio no se vende. La tendencia en los últimos años era quemar esa ropa, pero ahora está prohibido. El problema es que, si una persona tira una prenda al contenedor gris y va a una planta de tratamiento de residuos, puede ser que lo que se haga allí es quemar los residuos para la recuperación de energía.

 

Julen Rekondo, periodista especializado en medio ambiente, indica que el Congreso de los Diputados ha aprobado el pasado 23 de diciembre el Proyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una economía circular. Dicha iniciativa se ha remitido al Senado y habrá algunos cambios pero que seguramente no afecten al textil. Esta ley va a obligar a la recogida selectiva en contenedores de textil para 2025, aunque no marca objetivos de recogida. “La nueva ley de residuos, que se va a aprobar, establece que por lo menos para 2025 al menos el 55% de los residuos domésticos (entre los cuales figura el textil) deben de ser preparados para la reutilización o el reciclaje”.

 

El periodista recuerda que todo ello debe ir acompañado de una campaña de concienciación y sensibilización, porque hay errores a la hora de depositar en los contenedores correspondientes y porque “muchas veces no somos conscientes de la importancia que tiene la ropa usada”. Se trata de uno de los residuos con mayor potencial de aprovechamiento, pero el nivel de recogida, reutilización y reciclaje es muy bajo. Además, Rekondo indica que mientras que en muchos municipios se ha avanzado a todos los niveles, existen otros en los que la situación en cuanto al reciclaje se encuentra muy retrasada. Afirma que la futura ley va a plantear como obligatoria la recogida selectiva y en este sentido se dará un salto cualitativo.

 

Rekondo concluye recordando la necesidad de comprar menos ropa y de mejor calidad, lo que nos permitirá utilizarla durante más tiempo. Además, resalta que las tiendas de pequeña escala que utilizan materiales locales pueden ser una buena idea. Otro aspecto importante es comprar ropa de segunda mano: “La ropa usada tiene un impacto social, económico y medioambiental muy positivo y esto nos hace avanzar hasta el mismo sueño: una economía circular”. Esto implica compartir, reutilizar, reparar y reciclar materiales y productos todas las veces que sea necesario para crear un valor añadido.

Comparte esta noticia